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Dos actrices escenifican con danzas, máscaras, objetos y otros recursos teatrales algunas de las escenas del relato inglés.
Alicia debe realizar el último y definitivo sueño de la niñez, el sueño en el que tiene que enfrentarse al mundo de los adultos, no para verlo desde fuera, sino para ingresar en él. Un mundo que es a la vez atrayente y repelente, misterioso y pedestre, racional y profundamente absurdo. El enfrentarse a este mundo supone para Alicia una aventura llena de desafíos e interrogantes.
Nos precipitamos con Alicia en una brusca e interminable caída, no se sabe bien si evocadora de un viaje intersideral, del trauma del nacimiento o de nuestra diaria inmersión en el mundo de los sueños. La involuntaria caída en el vacío de la protagonista la lleva a peregrinar por un país imaginario, del que luego retorna a la realidad.
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